Declaramos que la comida buena, limpia, justa y sana es un derecho de todos y que mientras haya una sola persona en todo el planeta que no tenga acceso a él, seguiremos luchando por garantizarlo.
- Que el mundo entero es nuestro hogar y la dimensión de nuestra actividad es global. Nuestra red no conoce fronteras. Por tanto, rechazamos cualquier exclusión de carácter político, económico, y social que deje fuera de la ley a las personas que migran por causa de conflictos, violencia, discriminación, expulsión, pobreza y desastres naturales. Nos oponemos a todas las idas y acciones que privan de sus derechos a los sectores más débiles de la población, que pisotean a las culturas indígenas y que no prestan la debida consideración a las mujeres, los jóvenes y los ancianos; En particular, reconocemos, favorecemos y valoramos la contribución fundamental de las mujeres en términos de conocimientos, trabajo y sensibilización en el ámbito familiar, comunitario y social. (propuesta de turco: hacer que “los derechos de la naturaleza y de otras especies” sean más explícitos en la segunda declaración, ya que la filosofía de la “justicia” debería comprender idealmente no sólo al ser humano, sino también a todas las otras formas de vida.
- Que la protección del medio ambiente es la prioridad principal de nuestra labor como activistas, agricultores, pastores, pescadores, artesanos, investigadores y cocineros. La producción, la distribución y el consumo de la comida no pueden estar en conflicto con el derecho a disfrutar de un medio ambiente sano y de sus frutos para las generaciones siguientes.
- Que la biodiversidad es la mayor riqueza de la que disponemos como individuos y como colectivo humano. Dicha diversidad puede ser genética, cultural, lingüística, generacional, sexual o religiosa. (propuesta de turco: reconocer más claramente el vínculo entre Slow Food y la diversidad de los paisajes y las especies en la tercera o la cuarta declaración, teniendo en cuenta la necesidad de mantener las prácticas de uso de las tierras indígenas frente a la expansión de la agricultura extensiva sin sentido de la identidad geográfica.
- Que el reparto desigual de las riquezas y de las oportunidades es el origen del sufrimiento y de la discriminación y por ello, debemos luchar con valentía en todos los niveles de toma de decisiones y organismos operativos – empezando por el tema del trabajo – para conseguir una distribución más equitativa entre todas las mujeres y todos los hombres de nuestro planeta.
- Que el acceso a los conocimientos es un derecho de todos y que los conocimientos y las competencias tradicionales deben tener la misma dignidad que los académicos. Solo las personas informadas y conscientes pueden tomar decisiones libres, ponderadas y razonadas.
- Que nuestras elecciones cotidianas, empezando por aquellas que tomamos en la mesa, pueden contribuir a cambiar el mundo, y que son justamente los pequeños gestos que cada uno de nosotros realiza varias veces al día el instrumento más importante del que dispone Slow Food.
- Que trabajamos para asegurar la acción futura de Slow Food y extendemos este enfoque no solo a los seres humanos sino a todos los seres vivos.
Sólo renovando profundamente la organización de Slow Food, solo haciéndola mas abierta e inclusiva y solo eperimentando nuevas formas de inclusión, de implicación y de participación podremos enfrentarnos de la mejor manera posible a los desafíos que nos esperan en el futuro y ofrecer resistencia a aquellos –poquísimos- que concentran en sus manos el poder y la riqueza y que deciden el destino de la comida en todo el mundo ya también el de toda la humanidad.
¡Ellos son los gigantes, pero nosotros somos multitud!
Chengdu, 1 de Octubre de 2017