NUESTROS ALIMENTOS. UNO DE LOS PATRIMONIOS CHILOTES
Miguel de Goizueta, escribano de una de las dos expediciones que pasaron por Chiloé en 1558, relataba que “Los indios andan gordos y bien vestidos […]. De esta provincia de Ancud hay grandísima fama de su fertilidad, de mucha comida de maíz crecido é gran mazorca, papas y por otros quinoa […] es una tierra baja, sin monte y de casas grandes, de cuatro a seis puertas…”
Mientras tanto, en el verano de 2022, en la isla Quehui, las hermanas Bernardita y Carmina Neún, ambas de 80 y algo años, nos contaban que cuando niñas iban en grupo al monte a recoger cauchao o cauchahue, el fruto de la luma. “Los chicos se tomaban los ganchos y raja y parte y quiebra y sacude para sacar el fruto”. Se comía como cualquier fruto, fresco, y también se hacía chicha. Para eso, el cauchao se bruñía con la mano y se estrujaba con un paño. Carmina nos cuenta también una receta que ya no se hace y que nos habla de otro patrimonio culinario: “La gente, valiente que era, rallaban las papas y con ese chuño hacían los baemes y esos se cocían en el jugo del cauchao. Qué cosa rica era. Una sola mujer lo hacía eso, sabía hacerlo y lo hacía no más”.
Estos relatos, ambos tan lejanos en el tiempo, dan cuenta de un tema en común: el patrimonio alimentario del Archipiélago de Chiloé. En ellos se destacan frutos, cereales, tubérculos y también formas de preparar estos alimentos. Nuestro patrimonio alimentario está formado por plantas nativas, semillas adaptadas al territorio, algas y mariscos, sabores, aromas, formas y colores propios. Basta ver nuestra gran diversidad de papas nativas para hacernos una idea. Y son parte de este patrimonio también, las formas en que estos alimentos se han ido preparando desde tiempos ancestrales hasta nuestros días.
Los alimentos son uno de nuestros patrimonios más importantes. Un patrimonio que nos permite vivir, crecer y crear. Es el único de los patrimonios que podemos disfrutar con los cinco sentidos. Sin embargo, es un patrimonio que se ve constantemente amenazado, en la medida que se degradan los ecosistemas por actividades extractivas que los modifican y contaminan; por la pérdida de la biodiversidad; la escasez hídrica derivada de la crisis climática y el saqueo y mala gestión de las aguas; las presiones de la agroindustria y las semillas manipuladas sobre la agricultura campesina familiar y el cambio de los patrones de alimentación, que en las últimas décadas nos ha llevado a una epidemia mundial y nacional de malnutrición y obesidad.
En este escenario, como Comunidad La Melga nos hemos sumado al Llamado urgente para la acción colectiva que nos hace Slow Food, buscando contribuir a un mejor futuro del que actualmente vislumbramos. El desafío es grande: construir sistemas alimentarios que sean resistentes a las adversidades ambientales y sociales. Nuestra Muestra Itinerante es un paso para ello, al comunicar información que hemos rescatado desde libros y experiencias, para acercar a la comunidad chilota a su propio patrimonio alimentario, permitiéndole mirar, tocar, degustar y conversar sobre este patrimonio diverso.
Sin embargo, para resguardar estos alimentos, no solo debemos mostrarlos, debemos también consumirlos, ya que de esa forma van a ser un patrimonio vivo. En esta misión, todos somos importantes: campesinas, recolectores, pueblos originarios, jóvenes, pescadores y recolectoras de orilla, cocineros, educadores, activistas y también -como sostiene nuestro movimiento- simples consumidores que tomamos miles de pequeñas decisiones diarias, que juntas pueden determinar un cambio a un mejor sistema alimentario y a la defensa de la diversidad de la naturaleza que nos rodea.
https://www.lamelgachiloe.cl/project/alimentos-prehispanicos-y-tradicionales-de-chiloe/
Alejandra Leighton Naranjo
Comunidad Slow Food La Melga Chiloé
Castro
Región de Los Lagos
Chile